¿Qué es la meditación budista?
De la gran influencia que Gautama Buddha tuvo en su vida, la cual se prolongó tras su muerte, han surgido a través de los siglos decenas de estilos de creencia y práctica budista, los cuales comparten una raíz común, una base fundamental que las une. Tanto el método Vipassana como el método de meditación Zen, por ejemplo, son considerados dentro de la familia budista.
En general, el aspecto común y fundamental de todas las corrientes que derivan de las enseñanzas del Buddha Siddhartha Gautama es la necesidad de aclarar y calmar la mente a través de la práctica de la meditación. Los detalles de la metodología difieren de una corriente a otra, pero hay ciertos puntos fundamentales que todas comparten:
1- La postura
Todas las prácticas budistas dan importancia a la postura al meditar en mayor o menor medida.
2- La respiración
La respiración suele ser un elemento importante dentro de las prácticas de la meditación budista, sobre todo para los principiantes.
3- Los dos escalones
Otro punto en común en las enseñanzas más puristas de meditación budista es la existencia de dos pasos diferenciados en el camino hacia la iluminación. En el primer paso, la mente se calma a través de un proceso de observación, sea de la respiración u otro objeto o mediante el estudio de los textos sagrados del Dharma. Este paso suele llamarse meditación analítica o Samatha. De este modo la mente se prepara para el siguiente paso, que es el alcance de la “visión clara” o “discernimiento”, llamado también meditación de emplazamiento o Vipassana.
¿La meditación Budista es para todo el mundo?
En general, la doctrina budista está presente en casi todas las regiones del mundo. Hay muchos templos o centros budistas en occidente y están en general abiertos a cualquier persona con una inquietud sincera, cualquier buscador de la verdad y de la paz que quiera comprometerse consigo mismo.
Muchos de ellos realizan cursos, clases semanales, retiros o conferencias para iniciar a cualquier persona que desee aprender a meditar y quiera introducirse en las prácticas budistas.
De modo que, si estás interesado o te sientes atraído por este tipo de meditación, lo mejor es que busques el lugar más cercano donde se imparten este tipo de clases para que puedas empezar cuanto antes.
Practiquen la meditación. Es algo fundamental. Una vez que se la disfruta, ya no se la puede abandonar, y los beneficios son inmediatos.
– Dalai Lama –
¿Cómo se practica la meditación budista?
En general, para empezar con la práctica de la meditación es recomendable buscar un lugar cómodo y tranquilo, en el que puedas practicar frecuentemente sin ser molestado, por ejemplo todos los días a la misma hora, si te resulta posible.
Se adopta una postura sentado en el suelo sobre un cojín, un zafu, una banqueta de meditación o, si la flexibilidad lo permite, directamente sobre el suelo, con las piernas cruzadas o superpuestas en forma de medio loto o loto. Si la condición física no lo permite, se puede utilizar una silla.
La espalda se mantiene recta y sin apoyar, para fomentar un estado atento y evitar la somnolencia.
Desarrollando la observación
Una vez sentado en la postura, comienza el verdadero ejercicio. Podemos utilizar diferentes objetos de observación (la respiración, la llama de una vela, un disco de color, un mantra o incluso una emoción positiva), aunque el más utilizado es la respiración por su carácter constante y su capacidad de conectar el interior con el exterior.
La observación de la respiración (o cualquier otro objeto) es básicamente un entrenamiento para disciplinar a la mente y enseñarle el hábito de la observación atenta y concentrada. Genera una mente más clara y serena, más dispuesta a la observación profunda. Al principio de la práctica suele recomendarse que se centre la conciencia solamente en la respiración (o el objeto de observación), y que si se distrae la atención, vuelva a traerse amablemente de nuevo al objeto, fomentando así la capacidad de mantener el enfoque en algo en particular.
Lo más importante a desarrollar en este punto es la mirada sin juicio. Observamos la respiración sin tratar de determinar si estamos respirando “bien” o “mal”, y sin tratar de modificarla. Simplemente tratamos de observar cómo la respiración está teniendo lugar momento a momento. Esta es la clave y no es tan fácil como pueda parecer, pues nos vamos a encontrar con que, en el preciso instante en que nos proponemos observar la respiración, ya estamos tratando de modificarla.
Profundizando en el enfoque disciplinado
La observación de los pensamientos y las emociones es una disciplina más profunda, que requiere cierto entrenamiento previo. Sin embargo, nos encontraremos desde el primer minuto con la irrupción en nuestra mente (que seguramente habíamos imaginado que iba a estar tranquila y serena) de un millar de pensamientos y sensaciones que se agolpan, se mueven y ocupan todo el panorama mental y físico.
Lo normal es que esto sea considerado erróneo por parte del meditador, y aparezca la frustración y la sensación de estar “haciéndolo mal” o “no consiguiendo el objetivo”. Sin embargo, lo cierto es que esto es el principio mismo del camino, y es común a todo aquel que comienza con la meditación.
Partimos de la base de que todos reprimimos ciertos pensamientos, expresiones y emociones a lo largo de nuestra vida, con el objetivo de adaptarnos a nuestro entorno, y de ser aceptados por nuestro “clan” familiar o grupo de amigos. Todo lo reprimido se retrae hasta los lugares más profundos de nuestra consciencia (la parte inconsciente de nuestra mente), esperando allí su oportunidad para manifestarse en nuestra vida, tal como era su propósito inicial.
Todo ello aflorará durante la meditación, nos distraerá continuamente de mil formas diferentes, haciendo que mantener la concentración sea una tarea ardua y constante. Sin embargo, si persistimos notaremos un gran cambio conforme nuestra mente se va aclarando y disciplinando en la observación básica.
La observación de los 5 venenos y sus antídotos
En etapas más avanzadas, cuando la mente ya está en cierto modo acostumbrada a mantener la consciencia enfocada en un objeto en particular sin tratar de modificarlo, se anima al meditador a posar la consciencia en aquellos pensamientos y sensaciones que surjan, con la misma premisa de observar sin juzgar y sin seguir la corriente de ninguno de ellos.
Según la corriente budista, son fundamentalmente 5 las condiciones humanas que nos privan de tener una vida plena, feliz y pacífica. Se busca tratar de reconocer cada una de ellas en nosotros mismos durante la meditación para, una vez nos conozcamos y comprendamos a nosotros mismos, tener la oportunidad de abandonar esas condiciones, que son las siguientes:
1 · La mente inquieta
La condición de la mente de saltar constantemente de un pensamiento a otro, muchas veces sin ningún orden ni lógica, es descrito en la enseñanza budista como la “mente saltamontes” o la “mente mariposa”. Esta condición es considerada como la primera barrera a deshacer para avanzar en el camino de la meditación.
El antídoto contra esta condición es la concentración enfocada en el proceso de la respiración.
2 · La Ira
Se considera una emoción perniciosa si dejamos que nos invada y nos domine. Pero cuidado: erradicar una emoción primaria como la ira no se consigue simplemente reprimiendo su manifestación (poniendo buena cara mientras nuestra sangre hierve por dentro). Esto contribuiría a hacer más grande su forma reprimida inconsciente, y por lo tanto no contribuiría en absoluto a una vida pacífica y serena.
El enfoque correcto es el mismo que se usa hacia la respiración: una observación del objeto sin juicio añadido, sin consideración de “bueno” o “malo” y por tanto sin intento de reprimir, esconder o soslayar su manifestación. Durante la meditación, esta manifestación es siempre interna, y se observa el flujo de la emoción conforme se manifiesta en el cuerpo y se conecta con la mente. Durante nuestra vida diaria, sin embargo, la manifestación saludable de la ira suele incluir su expresión externa (enfadarnos y gritar, por ejemplo), al menos hasta haber alcanzado cierto grado de práctica y un estado en el que la ira ya no se manifieste de una forma explosiva.
El antídoto para esta condición es, según las enseñanzas budistas, el desarrollo de Metta Bhavana o amor universal. Se define como el desarrollo consciente e intencionado del amor y la buena voluntad con respecto a todos los seres vivos. Nuevamente no es algo sencillo ni rápido, y requiere de la disciplina necesaria para aplicar el antídoto a cada manifestación de la ira, durante la práctica de la meditación.
Se puede fomentar conscientemente esta intención de desarrollar el amor y la buena voluntad recitando, antes o durante la meditación, oraciones budistas relacionadas, como por ejemplo la oración de los cuatro deseos inconmensurables, cuya traducción aproximada en nuestro idioma es la siguiente:
- Que todos los seres sintientes permanezcan en un estado de ecuanimidad, libres del apego, el odio y el prejuicio.
- Que todos los seres tengan felicidad y las causas de la felicidad.
- Que todos los seres estén libres del sufrimiento y de las causas del sufrimiento.
- Que ningún ser sea separado de la felicidad que está libre de sufrimiento (3 veces).
3 · El deseo
Muchas veces se confunden las enseñanzas de Buddha y se interpreta que, si el deseo es “malo”, debemos abandonar todo deseo. Este es un pensamiento que ha causado y sigue causando mucho sufrimiento. Como seres humanos, tenemos deseos comunes que responden a ciertas necesidades biológicas o sociales. Por ejemplo, el deseo de comer responde a la necesidad de ingerir alimento, así como el deseo sexual responde a la necesidad de reproducirnos. Estos deseos son normalmente satisfechos en su justa medida y en cierto sentido disfrutados.
El deseo pernicioso, en cambio, es el deseo neurótico, el deseo desaforado e ilógico que puede tener una persona que, una vez saciada de comida, necesita seguir comiendo desesperadamente, ya sea dulce o más cantidad de comida. Este tipo de deseos tratan de satisfacer una necesidad distinta, un anhelo de otro tipo, casi siempre emocional o mental.
Estamos viviendo en una época en la que, a través de la publicidad, se estimulan nuestros deseos como nunca antes en la historia, y por lo tanto podemos considerar esta tercera condición como la más difícil de deshacer.
Sin embargo, a través de la meditación constante y comprometida, todas las barreras van cayendo y empezamos poco a poco a saborear las mieles de la calma mental y la ecuanimidad emocional.
4 · El engreimiento
Esta cuarta condición la podemos describir de la siguiente manera: percibirse uno mismo como algo separado del resto del mundo, aislado y superior (en cierto sentido, sentirse inferior también puede considerarse como una forma de engreimiento).
El antídoto para esta condición es la meditación de los 6 elementos: tierra, agua, fuego, aire, éter (espacio) y conciencia. Es una meditación escalonada en la que vamos pasando de un elemento a otro, y cuyo objetivo es fundir nuestra conciencia del yo individual en la consciencia del Ser Universal.
Empezamos en orden ascendente, de modo que primero meditamos pensando en la tierra: reflexionamos sobre cómo en nuestro cuerpo físico existe el elemento sólido tierra, en forma de carne y de hueso, por ejemplo. Nos damos cuenta de cómo estos elementos sólidos de nuestro cuerpo provienen del elemento tierra del universo y que, al morir, nuestra carne y huesos se desintegraran regresando de nuevo a la tierra, en el universo.
De este modo elevamos nuestra consciencia pasando por todos los elementos hacia la conciencia como Todo Indivisible, que podríamos nombrar como Universo, Ser o simplemente Consciencia.
5 · La ignorancia
La quinta condición humana que nos mantiene lejos de la paz es la ignorancia. Este término no se refiere a la falta de conocimientos sobre el mundo material o sobre las ciencias. Se refiere a la ignorancia espiritual o la falta de conciencia de la Realidad -La Realidad última fuera de este ciclo de reencarnaciones terrenales-.
El antídoto para este tipo de ignorancia es la meditación de los «Vínculos» (nidanas). Hay veinticuatro vínculos, doce mundanos que pertenecen al orden cíclico de la existencia y doce que pertenecen al orden espiral de la existencia. Los doce primeros representan la Rueda de la Vida y los segundos doce representan los estadios del Sendero.
El primer grupo corresponde a la mente condicionada y el segundo a la mente creativa.
Es una meditación avanzada que suele enseñarse a meditadores que ha alcanzado un alto grado de práctica y han transitado por el camino, reconociéndose en las cuatro primeros venenos o condiciones limitantes.
A modo de conclusión…
Como hemos podido comprobar, el término “meditación budista” es muy amplio y puede englobar una gran cantidad de creencias y técnicas diferentes entre sí, aunque con raíces comunes.
Hay una gran cantidad de información sobre esta familia de creencias que llamamos “budismo”, y cada una de las escuelas o templos repartidos por el mundo tiene su propio enfoque, y lo que es más importante, su propia forma de transmitir ese conocimiento.
Si eres de los que siempre ha sentido atracción por lo oriental en su sentido más profundo y espiritual, te animamos a que busques un centro cerca de donde vives donde puedas iniciar una práctica formal de meditación budista y puedas así conocer su alcance y profundidad, y puedas así mismo empezar a conocerte a ti mismo.