¿Qué es el cuerpo energético?
El cuerpo energético es el conjunto de flujos y capas de energía de frecuencias no visibles que rodean y atraviesan el cuerpo humano (así como el de otros seres vivos) con un patrón específico. Estos patrones energéticos animan la vida del cuerpo y regulan sus funciones.
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Normalmente, en general, la idea sobre el Ser Humano más aceptada en nuestra sociedad occidental es que somos cuerpos que han ido reproduciéndose y evolucionando desde especies más primitivas. Bajo ese punto de vista, nuestra única preocupación debe ser la supervivencia (de una forma más o menos refinada en base a la cultura) y nuestra existencia no va más allá de la carne que compone nuestro cuerpo y que desaparece cuando morimos.
Curiosamente, esta sigue siendo la idea más instaurada en nuestro subconsciente, aun cuando la mayor parte de la población pertenece a algún movimiento, religión o secta con connotaciones espirituales, que sugiere la existencia de “algo” más allá del cuerpo y de su muerte.
Poco a poco, y gracias en parte a la globalización de la información, van llegando hasta nosotros las tradiciones, ritos y esquemas del mundo oriental, que desde siempre mantuvo, en su esencia, una visión del ser humano mucho más completa, quizás una visión en la que somos tanto cuerpo como espíritu, sin dar más importancia a uno que a otro, sin menospreciar a ninguno de ellos, propiciando una vida equilibrada y enriquecida por esa visión.
Por supuesto no decimos aquí que las personas nacidas en esa cultura no tengan los mismos problemas y conflictos humanos que tenemos en la nuestra, o incluso otros que pueden parecer peores como la desigualdad económica o la diferencia de castas. Todas las creencias y conceptos culturales establecidos (sea cual sea la cultura) son simplemente obstáculos que hay que atravesar y dejar a un lado en el camino del autoconocimiento o de la meditación.
Lo que sí es cierto es que quizás, solo quizás, la visión terrenal-espiritual de base mantenga a la cultura oriental en un punto de partida desde donde les sea más fácil comenzar el camino hacia ese equilibrio sincero que todos anhelamos. Y es por eso que rescatamos aquí un extracto de la visión milenaria oriental, que ayuda a comprender el cuerpo humano no solo como un conjunto de huesos, músculos e impulsos eléctricos, sino como un todo energético-corporal que está conectado y alimentado por la misma Fuente que sustenta toda la Vida.
Anatomía del cuerpo energético
Repasemos ahora, para entenderla mejor, cómo funciona la parte invisible de nuestro cuerpo, esa que no se ve y sin embargo sostiene todo el conjunto en funcionamiento. Existen multitud de mapas energéticos del Ser Humano, y muchos de ellos pueden parecer contradictorios entre sí (aunque finalmente cada uno tiene su propia perspectiva y su utilidad). Aquí expondremos solamente un resumen de aquellos conceptos que pueden ser una introducción al mundo de la anatomía energética aportando claridad y evitando la confusión. Siempre puedes ampliar información sobre cada concepto en los artículos específicos en la web de Meditaciona.
El fluir de la energía: los polos magnéticos
A nivel energético, nuestro cuerpo tiene un principio eléctrico similar a una pila. Con un polo con carga negativa y otro polo con carga positiva, la energía se mueve entre ellos por el principio de atracción/repulsión de los electrones (corrientes electromagnéticas). Estas corrientes siguen el perfil del cuerpo y se extienden un máximo de 2,5cm más allá de la piel.
Nuestro cuerpo, mucho más complejo que una simple pila, no tiene solamente un polo negativo y uno positivo, sino muchos. De este modo la energía en nuestro cuerpo se mueve en una multitud patrones complejos que forman una perfecta y hermosa danza: nuestra anatomía energética.
Veamos, para hacer un resumen simple, diremos que las polaridades de nuestro cuerpo cambian según se trate de la parte anterior (delantera) o posterior (trasera) del cuerpo, y también según se trate del lado derecho o el lado izquierdo. Así mismo, arriba y abajo también tienen polaridades diferenciadas. son las siguientes:
- En el hemisferio izquierdo del cuerpo, la energía fluye por la parte delantera desde los pies (polo negativo) hasta la cabeza (polo positivo). De ahí vuelve a descender por la parte trasera del cuerpo desde la cabeza (polo negativo) hasta los pies (polo positivo).
- En el hemisferio derecho del cuerpo, el flujo de las corrientes energéticas es justo el opuesto: hacia abajo por la parte delantera (de la cabeza-polo negativo hacia los pies-polo positivo) y hacia arriba por la parte trasera (desde los pies-polo negativo hacia la cabeza-polo positivo).
Las corrientes electromagnéticas fluyen en nuestro cuerpo formando una suerte de infinito: en el lado derecho, las corrientes fluyen de arriba hacia abajo por delante y de abajo hacia arriba por detrás. En el lado izquierdo fluyen justo al contrario, suben por delante y bajan por detrás. Así mismo, la diferencia de polaridades entre los hemisferios izquierdo y derecho crea también una corriente transversal que conecta ambos hemisferios, rodeando el cuerpo, y cerrando el circuito infinito.
Los Nadis y los Chackras
Se ha popularizado enormemente la palabra chackras en nuestra sociedad occidental, todo el mundo ha oído hablar de ellos en mayor o menor medida, pero… ¿qué son realmente y cómo se originan? Este es un conocimiento mucho menos difundido: el origen de los chackras y del resto del sistema energético corporal está en los nadis, tres corrientes energéticas entrelazadas llamadas comúnmente Caduceo o Báculo de Hermes. Ya que el conocimiento ancestral del sistema energético probablemente diferencia muchos más centros y corrientes energéticas, vamos a centrarnos únicamente en las principales, que son las más conocidas.
Son llamados Nadis cada uno de los tres canales que conforman el Caduceo, antiguo símbolo representado normalmente como dos serpientes enrolladas sobre un bastón o báculo. Es el símbolo tradicional de los antiguos médicos, y más recientemente, de las farmacias. Esta triple corriente energética es anterior a los chackras y les da origen.
Los nadis son tres, según su nomenclatura tradicional hindú: Ida, Pingala y Sushumna. Ida y Pingala parten del centro energético llamado “tercer ojo” o Ajna Chackra, cada uno a un lado, justo sobre lo ojos. Desde ahí descienden en una danza curva en la que ambos se cruzan y separan. Sushumna parte de más arriba, desde el chackra corona o Sahasrara Chackra, pues es la conexión con la fuente de la energía espiritual que desciende al cuerpo, entra en él y lo anima con la vida.
A pesar de que Ida y Pingala se entrecruzan, se considera que cada uno de ellos rige un lado del cuerpo. Pingala rige la energía caliente, solar, el polo positivo en forma de energía vital. Ida rige la energía fría, lunar, el polo negativo que representa la naturaleza. Estas dos corrientes se cruzan en determinados puntos del cuerpo y cambian de polaridad. De este modo, confluyen y se separan entre ellas, de manera constante, produciendo corrientes alternas en cada centro de confluencia: los chackras. Estos centros giran debido a la acción dual de ambos nadis al cruzarse, generando a su vez cinco corrientes energéticas en cada lado del cuerpo, ascendentes en un lado, descendentes en el otro. Son las líneas de energía electromagnética de las que hablábamos en el punto anterior. Los ckackras son los motores de estas corrientes.
Sushumna es el nadi considerado por casi todas las tradiciones como el más importante, debido a que se asocia al aprendizaje espiritual para trascender la experiencia humana dual, representada por Ida y Pingala. Sushumna recorre el centro del cuerpo coincidiendo con la médula espinal, y está en contacto con Ida y Pingala en los puntos en los que ambos se entrecruzan. Sushumna es el canal por donde asciende la energía kundalini, recoge y transporta, en su camino ascendente de vuelta al Universo, el aprendizaje surgido de las experiencias humanas duales del “bien y el mal”, del juicio, experimentadas a través de la acción de Ida y Pingala, los chackras y las corrientes sutiles electromagnéticas.
A pesar de que la fuente de Ida y Pingala está en el punto llamado “tercer ojo” (entre las cejas), se considera también que su inicio está estrechamente relacionado con las fosas nasales y la respiración, y el modo en que la respiración nos vincula con el universo exterior.
Los Chackras son centros funcionales primarios de energía formados a partir del entrecruzamiento de los nadis en su camino descendente-ascendente. Representan el camino de la energía en su densificación, desde lo más sutil hasta lo más condensado, descendiendo por los planos mental y emocional hasta el físico, y su camino de retorno con el aprendizaje de la experiencia terrenal-material. Los chackras se suelen enumerar de abajo hacia arriba, de modo que son nombrados de la siguiente manera, según sus funciones y su ubicación (nomenclatura hindú y occidental):
- Muladahra o raíz: Centro de tierra ubicado en la base de la columna vertebral. Funciones de eliminación de sólidos y líquidos, asociado al recto y la vejiga.
- Svadhisthana o sexual: Centro de agua ubicado en el centro del cuenco pélvico. Es fuerza generativa con impulso emocional. Asociado a los órganos genitourinarios y a las secreciones glandulares.
- Manipura o plexo solar: Centro de fuego ubicado en la base del esternón. Representa el fuego de la digestión y está asociado con el estómago y los intestinos.
- Anahata o corazón: Centro aéreo situado en el centro del pecho, a la altura de los pezones. Regula las funciones de respiración y circulación. Asociado a los
- Vishudha o garganta: Centro etérico ubicado en el centro de la garganta, regula la voz y se asocia con el oído y la garganta.
- Ajna o tercer ojo: Centro de la consciencia en el cerebro, ubicado entre ambas cejas. Es el inicio de los nadis izquierdo y derecho en el caduceo como corriente dual descendente. Es el punto en el que nuestra experiencia dual material da comienzo, y el punto en el que puede ser trascendida después de vivir y aprender todos los demás estados de la materia, representados por los otros chackras inferiores. Es la comprensión tras la experiencia de la posesión, el deseo, el poder, el amor humano y la expresión.
- Sahasrara o corona: Centro de unión con la energía universal, y punto de entrada de esta energía en el cuerpo para animarlo y darle vida. Situado en la fontanela, en la parte más elevada de la cabeza cuando estamos completamente erguidos.
El pulso vital energético: la corriente cráneo-sacral
La corriente cráneo-sacral es el pulso de la energía vital desde su entrada en el cuerpo a través del séptimo chackra hasta su llegada y posterior retorno del primer chackra. Es un flujo que tiene un ritmo específico en cada persona, que es mucho más lento que el ritmo cardíaco aunque igual de constante, y que se puede percibir mediante el entrenamiento en la detección de las energías sutiles en el cuerpo.
Se considera que la corriente cráneo-sacral (también llamada sacro-craneal) circula a través del canal proporcionado por la médula espinal, y es la energía que anima todo el sistema eléctrico del cuerpo, es decir, el sistema nervioso.
El aura y los cuerpos sutiles
Comúnmente se conoce como aura al conjunto de energías sutiles que rodean al cuerpo, de la piel hacia afuera. También se suele conocer como “huevo energético”. El origen de la palabra “aura” en español, para referirse a estas energías sutiles, no está del todo claro. La palabra aura en latín se puede traducir como “aliento”. En este caso podría entenderse la emanación de energía del cuerpo hacia afuera como “el aliento del cuerpo”. Otra posibilidad es que el origen de la palabra aura sea el vocablo latino “aureus”, que denomina al oro y a todo lo relativo a él, incluyendo aquello “del color del oro”. En este caso la palabra aura podría hacer referencia a ciertas emanaciones energéticas de tonos dorados que se atribuyen a personas santas y que suele percibirse sobre sus cabezas.
Algunas personas pueden “ver” el aura o parte de ella. Otras personas pueden percibirla con sus manos. Algunas doctrinas aseguran que un entrenamiento adecuado puede capacitar a cualquier persona tanto para percibir el aura con las manos como para “verla”. Se asegura que las diferentes capas tienen diferentes colores, que pueden cambiar incluso con el estado de ánimo o con un estado de enfermedad. Hay también métodos tecnológicos (poco conocidos) para captar el aura, como por ejemplo la foto Kirlian, sistema fotográfico que capta las capas sutiles energéticas del aura y es capaz de imprimirlas en un soporte físico (papel fotográfico o similar).
El aura está formada a su vez por los cuerpos sutiles. Los cuerpos sutiles son las diferentes capas del aura, cada una con su frecuencia y su función específica. Aunque se considera que hay muchos más, de los cuerpos sutiles se suelen reconocer y describir siete, que desde la piel hacia afuera son:
– Cuerpo etérico
Primera capa del aura, la más densa dentro de lo sutil, y por ello la más fácil de percibir, pues está más cerca del espectro de frecuencias que podemos “ver” normalmente. Se asocia con el soporte del cuerpo físico, todos sus tejidos y órganos. Entre 6 y 15cm de la piel hacia afuera.
– Cuerpo emocional
Asociado a las emociones y su sentir. Almacén de emociones ocultas, no vividas, rechazadas. Aproximadamente 15cm de espesor.
– Cuerpo mental
Este cuerpo es de forma natural más intenso en la zona superior, cerca de la cabeza, y pierde intensidad conforme desciende. También puede verse afectado por patrones mentales repetitivos y destructivos que lo debilitan en intensidad. Esta capa del aura suele tener entre 15 y 30cm de espesor y se vuelve más voluminosa cuanto menos pensamientos tenemos, o, en su caso, cuanto menos identificados estamos con nuestros pensamientos (que es cuando simplemente los vemos pasar sin dejarnos llevar por ellos).
– Cuerpo astral
Aunque no se puedan percibir normalmente, se considera que los tres primeros cuerpos pertenecen al plano físico. El cuerpo astral en este caso hace de filtro entre los niveles más cercanos a lo físico y los niveles de frecuencias más elevadas o sutiles, que son los otros tres cuerpos siguientes.
– Cuerpo intuitivo
Es la grabadora energética, en queda registrado todo lo que ocurre en el plano físico, y se puede percibir en él lo que queda por resolver (aprender o vivir) en los niveles físico y emocional. Cuando hay mucho aún pendiente suele percibirse con líneas densas y oscuras, y cuando queda menos se percibe más ligero y radiante.
– Cuerpo celestial
Se suele describir a este cuerpo como el que establece la conexión de nuestro SER con la Energía Universal, o como la expresión de nuestra presencia divina. Aunque es más sutil que todos los anteriores, se percibe muy brillante, y se considera que es el cuerpo que emite la fuerza de la aspiración espiritual y marca el estado evolutivo en ese aspecto.
– Cuerpo causal
Se considera que el cuerpo causal engloba todos los demás, haciendo de conexión entre todos ellos, a la vez que creando la “cáscara” de lo que llamamos el “huevo energético”. Alberga la información de nuestra manifestación más perfecta y nunca es modificado (es eterno), aunque se considera que almacena también todos los hechos por los que vamos pasando a través de nuestras vidas terrenales.
Conclusión
Son muchos los aspectos de nuestra anatomía sutil que aún apenas conocemos, y muchos de ellos son vitales en el entendimiento de cómo vivir nuestra vida para que tenga un sentido profundo, y por qué a veces enfermamos. La enfermedad o desequilibrio es siempre una forma de distorsión mental, que tiene sus raíces en una incoherencia de vida no respetada, un comportamiento que no responde a la honestidad del momento presente. Esta distorsión o incoherencia mental no atendida, respetada o expresada se densifica con el tiempo, dando lugar a un reflejo físico de ese patrón mental, que se expresa en el cuerpo primero en forma de dolencias agudas, que si no son atendidas a su vez se cronifican (densifican) dando lugar a enfermedades crónicas más profundas.
De ahí la importancia de conocer cómo funciona nuestro cuerpo en todos sus niveles, por qué se manifiesta de la manera en que lo hace y las posibles acciones curativas que podemos ejercer sobre él. De ahí se entiende la máxima histórica “hombre, conócete a ti mismo”.